La responsabilidad imperial

Los poderosos de la sociedad, de la comunidad o de entre los países,  tienen una cuota de responsabilidad respecto a su sociedad, su comunidad o hacia los otros países.  Muchas veces, además de responsabilidad existe un abuso de poder en función precisamente, de esa posición superior que otorga el poderío.

En una comunidad, un rico de entre la misma, con mucho más poder adquisitivo que los demás y mejores posibilidades para resolver problemas y dictar pautas, es la persona a quien se acude cuando se necesita una ayuda que no puede ser provista por medio del común de las personas o de los mecanismos establecidos.  Una empresa muy rica, exitosa, contribuye a causas nobles en forma altruista, mucho más allá de los respectivos pagos de impuestos y cosas por el estilo.  Es lo que se llama responsabilidad social.

Sucede a veces que los ricos y poderosos, de entre las personas, empresas o países, optan por utilizar su capacidad para obtener aquello que no es debido, mandar en lo que no deben y meterse en lo que no les importa.  Como todo en la vida, siempre debe haber un balance que es difícil de conseguir.

Los Estados Unidos de América constituyen un imperio.  Un imperio muy a las usanza de aquellos de siglos pasados y de aquellos de la antigüedad en términos de dominación.  Pero en nuestros días, la misma constitución de ese país y las distintas instancias internacionales proveen algunos códigos éticos como para que este imperialismo no sea devastador, sino constructivo, ayudante del bienestar de la humanidad.

Los Estados Unidos de América se han consolidado en base a la creencia propia de su rol imperial.  No en balde, Nueva York es el Estado del Imperio, donde entre otras cosas está el Edificio del Estado Imperial (Empire State Building).  Están conscientes de su auto adjudicada misión y han trabajado para ello.  Claro, han contado con las condiciones para ello: riquezas naturales abundantes, desarrollo social excelente en muchos aspectos, y tradición imperial también.

El Presidente Barack Obama ha iniciado un proceso de desentendimiento respecto a algunos conflictos y situaciones que no son estrictamente americanas, que causan problemas a su administración y a su país.  Cree, en muchos casos y escenarios, que cada quien debe arreglar sus problemas como pueda y ello no es responsabilidad de los Estados Unidos.

Esta concepción novedosa para el devenir imperial, ha sido causa importante de la anarquía en la cual viven vastas zonas de nuestro planeta.  El no intervencionismo de los Estados Unidos, a su entera discreción, ha dado margen extenso de maniobra para que se sucedan ciertos desmanes sin que nadie les ponga coto.  Cuando sabemos que las Naciones Unidas no puede ejercer un rol justiciero, pues sus propios componentes son unos desadaptados en muchas ocasiones; cuando es evidente que organismos internacionales adscritos o no a la ONU responden a intereses y causas sesgadas y no necesariamente nobles…. ¿quién puede poner orden en este mundo?  Nadie a ha elegido al policía del mundo, pero todos han de coincidir en la necesidad de un policía, o de un cuerpo de seguridad que imponga cierto orden.

Obama ha querido abandonar su rol de responsabilidad.  Si bien es cierto que no comparte esa visión de mundo y planeta, no es menos cierto que antes de él eso existía, y con él, no se dieron las condiciones para desmantelar este orden internacional.  Lo sentimos mucho, pero el policía no elegido, pero en funciones, al abandonar el cargo deja el caos.

Así es que en Egipto sucedieron dos cambios de gobierno traumáticos y sin cambios sustanciales.  Así es que Siria es un desastre, ahora con la intervención no coordinada de Rusia en ayuda de Assad.  Así es que Netaniahu, aliado natural de Obama, se reúne de emergencia con Putin para exponerle algunos asuntos previos a la intervención rusa en Siria.  Así es que Irán se quita de encima sanciones y prosigue con un programa nuclear lleno de sospechas.  Así es que la gente de la Autoridad Palestina hace lo que le da la gana, y otro tanto hace la gente de Hamas en la Gaza que constituye un segundo estado virtual palestino. Y así es que pasan muchas cosas que no deberían pasar, y nos hacen llegar a la conclusión que el remedio al intervencionismo americano, es bastante peor que el intervencionismo mismo.

Ser el imperio es un atrevimiento histórico, y tratar de desprenderse de ese rol, de buenas a primeras,  no es algo responsable para con la humanidad.  Situaciones no elegidas, pero consecuencias remediables.

Elías Farache S.

22 de Octubre de 2015

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