“Esta semana, otra semana”

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Una de las frases más repetidas en estos últimos tiempos, especialmente los últimos seis meses desde la asunción de Donald Trump a su segundo mandato, es la que incluye “esta semana”. Un lapso sumido en una eterna brevedad que no termina de concretarse.

El espíritu ejecutivo y pragmático del presidente norteamericano, con su don de mando e imponente personalidad, han sembrado esperanzas una y otra vez en las desdichadas familias que claman por el rescate de sus seres queridos en cautiverio, unos vivos y la mayoría muertos. Al escribir esta nota, una vez más, está el anuncio de que “esta semana” habrá buenas noticias. Ojalá sea así, buenas noticias acerca de buenos hechos.

Pero esta semana, y todas las semanas, ocurren situaciones delicadas y novedosas en Israel, una gran caja de sorpresas que no termina de suministrarlas. Nadie esperaba lo ocurrido el 7 de octubre de 2023. Nadie esperaba la reacción de Hezbolá, y nadie una azotada de los hutíes; menos una intervención flagrante de Irán. Y todo esto sucedió, además de la respuesta israelí en cada uno de los siete frentes que se activaron.

La sociedad israelí no ha olvidado ni olvidará a sus rehenes en Gaza
(Foto: AFP)

Justo esta semana que pasó, un evento sin precedentes tuvo lugar cuando drusos israelíes cruzaron la frontera de Siria para asistir a los drusos sirios sometidos a un ataque brutal. Los drusos israelíes, ciudadanos que cumplen con sus deberes militares y la ley, exigieron a Israel la ayuda y solidaridad merecida. La Siria de nuestros días es una Siria nueva, que algunos ven con esperanzas para la paz, pero que constituye un misterio por descubrir en los próximos meses. En esta ocasión del gravísimo y cruel incidente con los drusos, no pareció para nada tranquilizante el nuevo gobierno ni la mención de los antecedentes de los gobernantes de turno.

Esta semana que pasó también ocurrieron eventos que no ayudan a la estabilidad de Israel, ni tampoco al ánimo ni espíritu requerido para enfrentar la terrible situación de los rehenes. Los partidos religiosos abandonaron el Ejecutivo, pero no la coalición. Una jugada que obedece a la negativa a aceptar una ley de alistamiento militar que acabe con un status quo, precisamente en estos complicados momentos. Otra de las cosas de “esta semana”.

Y esta semana que viene, sigue el largo juicio al primer ministro Netanyahu. Un juicio que llama la atención por varias razones; la primera de ellas por efectuarse en plena guerra, y con interrupciones de fuerza mayor cuando se requiere una consulta urgente con el primer ministro por asuntos delicados, confidenciales. Solo en Israel sucede algo así, y quizá deba interpretarse como una característica de un país muy avanzado en democracia y legalidad, antes que un país inconsciente y temerario.

Mientras el Parlamento se prepara para las vacaciones de verano, una nueva frase ha de inundar el argot de los israelíes: “después de los jaguim, después de las fiestas”. Justo al terminar las vacaciones de verano, vienen las festividades de Año Nuevo, Dia del Perdón y Fiesta de las Cabañas. Casi un mes de celebraciones religiosas nacionales que suponen dejar toda decisión difícil y procedimiento asociado para después. El llamado a elecciones está en el tapete.

La costumbre no ha hecho mella en la sociedad israelí, que reclama a sus rehenes de vuelta. La sucesión de días, semanas y meses, las recriminaciones a todo nivel y la frustración generalizada, no han hecho que los rehenes y su drama se olviden o que la situación de Gaza no amerite una solución satisfactoria para todos. Quizá los espectadores de todo esto, unos comprometidos y ninguno involucrado, tiendan a creer que los israelíes se acostumbrarán a tener rehenes sin regresar, o a una amenaza siempre en ciernes sin resolver. No es así, y no debe ser así por el bien de todas las partes.

Mientras tanto, esta semana es otra semana. Como la anterior, ojalá no como la próxima.

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